Ya
muchos se habían ido acostumbrando a la presencia de Luis en las pasillos y en
los asientos de la Iglesia. Luis
cantaba. Luis comulgaba la Sagrada Comunión.
Algunos ya habían vencido la tentación de pedirle que se retirara. Contribuía a
ello el hecho de que el señor cura párroco, no objetaba absolutamente nada;
más, por el contrario, hacía de Luis un feligrés con todos los derechos de un
fiel cristiano devoto, con la especial característica de subir al altar a su
conversación con los santos de su exquisita amistad y predilección.
Algunas
veces, Luis, solamente entraba algunos minutos antes de la misa y hacía su
rutina. Algunos se preocupaban, y en un principio, también el mismo señor cura
párroco, cuando Luis se apoyaba en el paral que servía de soporte en la imagen
del Sagrado Corazón de Jesús, donde hacía su acostumbrada reverencia con el
arrodillarse con las dos piernas. En ese momento, Luis, se apoyaba en el paral,
y el paral se bamboleaba, dando la impresión de perder el equilibrio y llevar
al suelo la imagen del Corazón de Jesús. Algunos muy preocupados habían ido a
conversar con el señor cura párroco, porque la situación podría ser y traer
graves consecuencias, ya que se caería y, tal vez, se haría añicos tan
exquisita imagen del santo. Una señora, de las del numeral, la
ciento-veintitrés, había ido en tono de preocupación y en actitud de ocupación
a exponer su inquietud. Habría que o prohibir esa devoción a Luis; o, habría
que colocar un paral más grueso y fuerte que resistiera el bamboleo del santo.
Tal vez, la imagen del Corazón de Jesús, disfrutaría ese movimiento, pues sería
una especie de jamaqueo, y en cierta manera, una traviesa diversión en aquella
postura tan quieta y piadosa que tienen casi todos los santos en esos lugares y
templos. El hecho es que el mismo cura párroco también se dejó preocupar, a
pesar que sabía que la base que tenía el santo resistía esos y otros muchos
jamaqueos, sin dejar de pensar que también, que muchas y muchos le
desaprobarían su permisividad en ese ritual que no tenía nada de preocupante y
si mucho de sagrado. Sin duda, que todo hubiera sido distinto, si fuera otro, y
no Luis el que bamboleara al santo. No sucedía lo mismo con la imagen de la Virgen de Coromoto y la de
San José que estaban en ambos lados del altar, en la parte superior, ya que se
apoyaban en grandes mesas voluminosas, tanto o más, que las propias imágenes
sobre las que se apoyaban. Y eran, más bien, grotescos sus soportes, y le
quitaban encanto y embelezo y simpatía a las imágenes. Llegaban a parecerse,
sin la más mínima exageración a una escultura de Fernando Botero, con la
diferencia que se trataba de unas mesas, por demás, de gruesas y grotescas, sin
el más mínimo sentido de estética y de arte. Muy por el contrario de las obras
del escultor y pintor colombiano, que en su voluminosidad se descubre la
belleza y llevan a la sorpresa del ingenio humano, y el asombro de lo bonito,
bueno y hermoso. Pero, aquellas eran unas mesas, o mastodontes de mesas, y por
más que se apoyaran en ellas, no habría ningún tipo de bamboleo ni de jamaqueo,
como sucedía con el Corazón de Jesús. El cura párroco, en todo caso, estaba
agradecido que no hubiese cedido la base y no hubiese necesidad de recoger los
añicos de lo que pudiese quedar del santo, y sobre todo, no tener que lamentar
que el cortejo de ellos y ellas en sus recriminaciones por no haber tomado
precauciones. Luis tampoco era tan corpulento para derribar la base, a pesar de
la bailadita que le daba al Corazón de Jesús. Y todo se confabulaba para que todo,
igualmente, estuviera bien, así como dicen y expresan los cosmogónicos y los de
ciertas tendencias pseudo metafísicas, en una desvirtualización de la realidad.
Tal vez, por eso era que Luis hacía que el Corazón de Jesús, se diera una
divertida, sin saberlo Luis, y disfrutándolo la imagen. Tal vez, sonreiría. No
sucedía igual con las señoras que se sentaban en la parte delantera, que
sufrían por tanto movimiento de la imagen y por la impertinencia de aquel señor
que las distraía en sus devociones por de más de piadosas.
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